Extrañaremos tanto a Rodolfo… – UMAI – Escuela multimedia
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Extrañaremos tanto a Rodolfo…

Extrañaremos tanto a Rodolfo…

Rodolfo Saenz Valiente llegó a la vida de la Escuela de Multimedia para no irse nunca mas aunque lo extrañaremos mucho, porque sus enseñanzas, su entusiasmo y el buen ánimo que lo caracterizaron estarán siempre presentes en el recuerdo de los alumnos y compañeros de trabajo que lo conocimos.
Fue docente titular de la cátedra de Animación del segundo año de la carrera, y a poco mas de un mes de su desaparición física surge una curiosa mezcla de sentimientos, una sensación ambigua que permite, por un lado, recordarlo como si en cualquier momento fuese a aparecer por los pasillos y las aulas de la universidad, y por el otro, añorar su presencia a través de la evocación de su sonrisa, su manera cordial de expresarse, su constante gesto afable…

Rodolfo fue un grande de la animación, un maestro de la educación y un señor en el trato. Todos los que lo conocimos podemos dar testimonio de esto, y es por el legado que nos deja ese ejemplar profesional, maestro, amigo y compañero que fue, que hoy no podemos dejar de mencionarlo en este primer newsletter del año, aunque quisiéramos que fuese de otra manera…

Haber conocido a Rodolfo Saenz Valiente sin duda fue un privilegio que nos ha dejado su impronta para siempre.

A continuacion trancribiremos un texto de los alumnos Andres Velázquez y Fernando Picate.

Se nos fue un gran ejemplo de humanidad, respeto, simpatía y alegría;
alguien con unas únicas y contagiosas ganas de hacer cosas lindas y
divertidas; alguien con quien una simple conversación se convertía en un
momento memorable, alegre; alguien con una mente realmente abierta, una
increíble frescura y originalidad; alguien con unas virtudes impresionantes,
y también con sus defectos (que al menos nosotros no conocimos); alguien
realmente humano, que peleó mucho estos últimos años.
El 6 de enero pasado falleció nuestro querido profesor Rodolfo Sáenz
Valiente, a quien tuvimos en 2º año en animación, y con quien realmente nos
encariñamos por todo lo que describimos antes. Nos enseñó mucho más que las bases de la animación, realmente un ejemplo de persona.

Hace un par de meses fuimos a visitarlo con unos compañeros, y pese a su
enfermedad estaba de buen humor, y nos dijo "no me importa, yo voy a seguir
disfrutando de mi vida, haciendo lo que me gusta, animar".

Muchos pudimos conocerlo y tuvimos la increíble suerte de tenerlo como
profesor, para quienes lo conocieron y para quienes no, acá les dejamos su
"petite autobiographie" según la tituló el (enviada por Irene Blei en un
foro de animación).

RODOLFO SÁENZ VALIENTE

Nací a fines del 1944 en Buenos Aires, Argentina. Tengo un hijo, Juan,
que hoy tiene 23 años y es un excelente dibujante.
Fui el primero de tres hermanos.
De mi padre entre muchas otras cosas aprendí a fascinarme con la física, los mecanismos y los engendros mecánicos.
Mi madre me enseñó a ver, sentir y emocionarme, lo que despertó en mí la pasión por el dibujo.
Como era el primogénito, todos alabaron muchísimo mis garabatos…y lo peor es que yo me lo creí. Circunstancia que resultó muy importante para mi futuro.
En el colegio, mis compañeros me pedían que les dibujara esto o aquello, terminando de convencerme de que era un gran dibujante. Hasta los mismos profesores llegaban a pedirme que realizara algunas ilustraciones para la clase, en el pizarrón.
La obsesión con la física y los mecanismos, me jugaron una mala pasada, cuando terminé el bachillerato comencé a estudiar ingeniería. Estudié durante seis años, pasé por dos universidades y llegué a completar la mitad de la carrera antes de darme cuenta que la ingeniería no era lo que realmente me gustaba.Cuando tenía 12 años mi abuela materna me había regalado una cámara de fotos AGFA 35 mm bastante profesional. Cuando tenía 15 me había entusiasmado tanto con la fotografía que tenía montado un pequeño, pero completo laboratorio, donde podía revelar y hacer copias en blanco y negro. Un año más tarde comencé a realizar algunos trabajos, con bastante éxito. Busqué un socio y cuando cumplí 20 años tenia una pequeña empresa, la que cada día contaba con más trabajo, y mantenía a nuestros bolsillos contentos.
Pero nunca dejé de dibujar. Un día llegó un cliente, gerente de una gran compañía de seguros, que necesitaba reproducir unos dibujos para un audiovisual. Terminé no sólo haciendo todos los dibujos de unos 18 cursos, que sumaban unos 2.000, sino también montando los correspondientes audiovisuales. Trabajo que se extendió durante dos
años. Fue entonces cuando abandoné mi intención de convertirme en ingeniero y dando un giro importante a mi vida, comencé a estudiar "Experimentación Audiovisual" en el Instituto Torcuato Di Tella, fue entonces que aprendí a narrar audiovisualmente.
Luego de estudiar dos años, con un compañero del Di Tella formamos una sociedad y comenzamos a realizar audiovisuales. Hicimos trabajos muy importantes y económicamente nos fue muy bien.
En esa época comencé mi relación con la cinematografía, ayudando a resolver los ejercicios de mi socio, que estudiaba en la Universidad de La Plata.
Paralelamente, haciendo uso de la fotografía y del dibujo, comencé a trabajar en diseño gráfico. Diseñaba artículos para las casas de regalos, las que en esa época habían proliferado como hongos.
Mi relación con la animación, tuvo un comienzo muy accidentado. Mi primer intento fue animar algo con dibujos, a los 12 años, para lo cual compré algunas planchas de acetato, las que cuidadosamente lavaba y volvía a dibujar luego de exponerlas, hasta que logré completar unos quince segundos. En ese entonces no contaba con luces y mi única posibilidad era la luz solar, que temprano en la mañana, cerca de las 7,30 hs. daba sobre una mesa de mi cuarto. Los días que filmaba,madrugaba, preparaba todo, y cuando el rayo de sol iluminaba adecuadamente, me ponía a filmar con una vieja filmadora "doble 8" de mi padre, los pocos acetatos que había realizado. Esto se repitió por un poco más de un mes, hasta que finalmente llegó el momento de mandar a revelar el material. Desilusión total; el rollo se había terminado antes de comenzar el rodaje de la animación. Esa fue mi primera filmación sin película, pero no fue la última, hubo otras.
Esto ocurrió cuando tenía 12 años, recién a los 20 pude superar el trauma ycon un amigo decidimos hacer un corto animando recortes. El trabajaba en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde había una Bolex 16 reflex, que nadie usaba. Nos juntábamos allí una vez por semana,armábamos una mesa de filmación improvisada y filmábamos toda la tarde.
Dos meses más tarde teníamos 30 metros de animación expuesta, la que llevamos a revelar. En el laboratorio nos extraviaron el rollo. Nunca lopudimos ver.
Me recuperé un poco más rápido que la primera vez y dos años más tarde me compré una Bolex. Con otro amigo armamos un muñeco articulado,copiando la estructura de Jiri Trnka de unas fotos en un libro de animación y comenzamos a intentar animarlo. Esta vez todo anduvo bien.
Aprendí entonces que la tercera es la vencida.Al poco tiempo comencé a realizar comerciales, al principio algo primitivos, hasta que me encargaron un documental de 10 minutos. Con él me compré la cámara 35 mm y armé el stand. Todo esto mientras la producción avanzaba. Tuve que hacer el desglose del rodaje de los planos, de acuerdo a las posibilidades de rodar que tenía el stand que estaba construyendo, las que iban aumentando con el transcurso del tiempo, ya que sus distintos movimientos se fueron incorporando mientras la producción estaba en marcha.
Un contacto dentro de la filmoteca del National Film Board de Canadá, me permitía retirar sus películas de animación. Las proyectaba una y otra vez, además de pasarlas en un pequeño visionador, estudiando los movimientos y tomando apuntes de lo que había realizado el director. Por suerte el gasto del material en la animación no es significativo, esto permitió que filmara muchos metros de material ejercitándome y experimentado, logrando aprender con la práctica.
A principio de los ochenta, me invitan a dar un seminario de tres meses a la Escuela de Cine de Avellaneda. El entusiasmo que despertó en los alumnos, convence a Rodolfo Hermida su Director de formalizar para el año siguiente un curso anual, nombrándome profesor. Años después bastante aburrido de repetirme, agrego un segundo año, el que paso a dictar durante dos años hasta que me ofrecen, en la recién formada Diseño Gráfico de la UBA, un cargo de adjunto en la cátedra de Víctor Iturralde. Cargo que ocupo por tres años hasta pasar a la carrera de Diseño de Imagen y Sonido, también en la UBA, como titular de cátedra.
A lo largo de mi carrera como animador he probado prácticamente todas las técnicas.
Monté una productora que durante 12 años realizó animación clásica, ocupando un importante lugar en el mercado.
No toda la producción eran comerciales, se hicieron muchos documentales y varias secuencias de títulos para largometrajes.
Nunca abandoné mis experimentos de stop-motion, y hasta logré vender algunos comerciales que realicé con ella.
Así monté un pequeño set para filmar muñecos, con una grúa que puede moverse cuadro a cuadro, diseñé un equipo de luces especiales y acondicioné una Mitchell 35 mm para filmar animación cuadro a cuadro.
Trabajé en varios proyectos de series para TV con animación clásica y de muñecos y realicé la preproducción de un largometraje sobre leyendas argentinas, también para filmarlo con muñecos.
Actualmente estoy trabajando la animación corpórea con cámaras de fotos digitales y componiendo la imagen con la computadora, lo que ofrece un abanico de nuevas posibilidades a nuestra disciplina.

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