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Cine y artes plásticas: entrecruzamientos

Cine y artes plásticas: entrecruzamientos

A continuación, una de las crónicas realizadas por los alumnos de 1° año de la Cátedra Humanidades, sobre las actividades presentadas en el ciclo “Pensar la cultura 2011”. En este caso, la opinión de Pilar Alfaro.

Entrecruzamientos

La charla “Encuentros cercanos entre el cine y las artes plásticas” se llevó a cabo en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires el 11 de septiembre de 2011 y tuvo como protagonistas al cine y las artes plásticas. Como si fueran dos caminos sinuosos que por momentos se tocan, el encuentro fue una invitación a detenerse en distintos puntos donde ambas expresiones se entrecruzan para ver, aprender y reflexionar.
Las artes plásticas han sido una fuente invaluable de información para los hacedores de cine, ya sea por el valor estético de los recursos plásticos como por el acervo histórico cultural del que pueden tomar todo lo referente a una época. De esta manera, se realizan filmes inspirados en composiciones pictóricas de maestros del arte para indagar y reproducir épocas, personajes y ambientes y también para abordar aspectos de sus vidas.
Organizada por la Universidad Maimónides, la charla estuvo a cargo de Eugenia Garay Basualdo, docente, investigadora y realizadora audiovisual, y de Alejandro Zuy, docente especializado en curaduría e historia de las artes y crítico de arte.

La vanguardia alemana y el cine
La primera propuesta a cargo de Eugenia Garay Basualdo se basó en “cómo las vanguardias utilizan el cine como nuevo formato, se apropian de la tecnología de la época, de todo lo que pueden encontrar como método de experimentación, ya sea de la fotografía, el cine como una
nueva máquina, y comienzan a intentar poner en imágenes aquellas cosas que querían expresar. Fue un espacio de pura experimentación”, según sostuvo la docente.
El primer film que se conoce como expresionista fue “El gabinete del Doctor Caligari”, dirigida por Robert Wiene en 1920, y es considerada una muestra del expresionismo alemán en pintura, llevada al cine. La película, “trabaja varios tópicos del momento y temáticas de interés
de la historia alemana, como la locura, los seres marginales, los sátiros, el sonambulismo, la mafia. Es cine mudo en blanco y negro, filmada en interiores y con no demasiada luz, ya que en esa época no habían fuentes de luz como conocemos hoy. Entonces, el director llamó a decoradores que en su mayoría eran pintores del expresionismo alemán y pintaban en tela. Fue en sus pinturas donde imprimieron luces y sombras, para emular la iluminación, y se trabajó en los personajes para acentuar los gestos, para acentuar lo propio del expresionismo”, sostuvo Garay Basualdo.
En esta época se trabajaba también con el estado de ánimo del público, dado que la sociedad alemana estaba en proceso de cambio. Alemania, al cabo de la primera Guerra Mundial, estaba intentando levantarse, por esto los cineastas reflejan el estado de ánimo de la sociedad.
“Raramente se filma una comedia de esa época – sostiene la investigadora-. La cara, los gestos que vemos, por ejemplo, en el artista Edvard Munch, es el de un ser humano invadido por cambios, marcadamente expresionista, que tienen un parecido a los personajes del cine”.
Todas las películas de la vanguardia alemana son películas de culto y fueron objeto de varios estudios especializados, por eso es ilustrativa la frase del filósofo Siegfried Kracauer: “los decorados lograron una perfecta transformación de los objetos materiales en ornamentos
emocionales”.

Amadeus
En la segunda parte de su exposición, Garay Basualdo, hizo un análisis formal de la película “Amadeus”, dirigida por Milos Forman, basada en una novela sobre la vida del compositor Wolfang Amadeus Mozart.
En este caso, “tenemos un pormenorizado estudio de los escenarios. Los realizadores buscaron escenarios reales en Checoslovaquia, e intentaron recrear la atmósfera de la época. Para lograrlo hubo que recurrir necesariamente a la pintura”, dijo Garay Basualdo. Se puede ejemplificar esto con diversas pinturas, como el retrato “Mozart en su lecho”. En la época del genial compositor, las pinturas eran las únicas capaces de registrar momentos, y es así como estas fuentes ayudaron a recrear luces, dar indicios para la ropa, del ambiente, mobiliario, luz, telas, textura, peinados, instrumentos, las posturas de los personajes y para poder diseñar la imagen de la película.
“Esto se usa para lograr lo que en cine se llama verosimilitud: reproducir y captar la visión de la época. Para esto sirve el análisis de las pinturas”, cerró la investigadora.

Otros ejemplos: Pollock, Bacon y Caravaggio
La exposición de Alejandro Zuy se basó en el análisis de las películas “Pollock” de Ed Harris, “El amor es el demonio” de John Mayburg y “Caravaggio” dirigida por Derek Jarman.
“Pollock” recorta un momento de la vida del artista Jackson Pollock (1912-1956) y hace un recorrido desde sus inicios hasta la muerte del artista, resaltando los personajes que aparecen en ese derrotero, pero sin hacer hincapié en aspectos políticos. Referente del expresionismo abstracto, “el artista estadounidense sostenía que la pintura sirve para expresar estados interiores más que para reproducir fielmente la realidad”, remarcó Zuy. La obra basada en el artista, más allá de algunos lugares comunes, es un ejemplo del entrecruzamiento entre cine y arte.
Por su parte, “El amor es el demonio” está basada en el artista Francis Bacon (1909-1992). Zuy rescató “la importancia en esta obra cinematográfica del casting y la caracterización de los personajes”. Y, también “cómo recrea con herramientas del cine la obra de arte de Bacon”.
Por último, la película de Derek Jarman basa su obra en Caravaggio (1571-1610), pintor referente del período barroco, caracterizado por el realismo con que representaba a sus personajes, particularmente modelos populares: trabajadores, prostitutas, etc. “Caravaggio fue un
maestro en la realización de la luz, las sombras y la dramaticidad propia del barroco; y Jarman retrata muy bien los personajes de las obras y las obras en general del pintor para llevarlas al lenguaje cinematográfico”, explicó Zuy. El cineasta toma el tema de la verosimilitud para provocar al espectador (en ocasiones, intencionalmente incluye objetos que son atemporales a la época de Caravaggio, como por ejemplo, una máquina de escribir), sin embargo, ayuda a reproducir el clima de la época del pintor.

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